La madrugada de este miércoles 15 de febrero concluyó la versión 2023 del Festival de Antofagasta, evento que se realizó el 12, 13 y 14 de febrero en el Estadio Regional Calvo y Bascuñán.
Un evento con un costo aproximado de $600 millones de pesos con cargo a las arcas municipales, que fueron traspasados a la Corporación Cultural de Antofagasta, la que a su vez subcontrató a la productora “F y M Comercializadora Limitada”.
Concluído el Festival, llega el momento de los análisis y el balance de lo que significó este gran evento masivo, el primero además que organiza la administración encabezada por el alcalde Jonathan Velásquez.
El Diario de Antofagasta estuvo presente como prensa acreditada en este festival y aquí entregamos el balance de lo bueno, lo malo y lo feo de esta nueva versión del festival.
LO BUENO
Excelente parrilla de artistas: El punto más fuerte de este festival fue la generosa parrilla de artistas que se presentaron en el evento. No fueron pocos quienes la compararon con el Festival de Viña del Mar y estamos de acuerdo. Estuvo a la altura, si es que no, mejor. Quique Neira, Pailita y Noche de Brujas abrieron los fuegos el 12 de febrero, en una jornada que fue caótica (de lo que hablaremos más adelante, ahora nos centraremos en los shows).
La víspera de aniversario de la comuna tuvo a Andrés de León (quien incluso canto el cumpleaños feliz a la comuna a la medianoche). Luego la perla bailó con Zumbale Primo y Amar Azul, para cerrar una noche redonda.
La noche final tuvo como protagonistas a los artistas internacionales, Bacilos, dando paso luego al humor de Bombo Fica. Luego Antofagasta bailó con Chico Trujillo y el cierre del festival estuvo a cargo de la estrella de la ciudad, Flor de Rap.
Una buena distribución de públicos, pasando por una jornada dedicada a los artistas del momento para que disfruten los más jóvenes, para dar paso al romanticismo y un público más heterogéneo y finalmente, los artistas internacionales además del humor, la fiesta y créditos locales. Bien hecho.
Presentaciones de alto nivel, buen sonido y efectos visuales: Una cosa es tener una buena parrilla y otra es que esta parrilla funcione y las presentaciones de los artistas estén a la altura del cartel. Todos los artistas hicieron honor a sus credenciales y realizaron shows de excelente calidad. Lo dejaron todo en el escenario. Pailita fue uno de los artistas más esperados y mostró en todo momento gran disposición con su público dejando a sus seguidores felices. Andrés de León emocionó teniendo el honor de cantarle a la ciudad en su aniversario. Bacilos se presentó con gran éxito en un show que permitió escuchar en vivo sus mayores éxitos. Un lujo.
Los efectos visuales en el escenario no tuvieron nada que envidiarle a los mejores festivales y el sonido, si bien por las características acústicas pudo presentar algunos ecos según la ubicación en el estadio, no presentó problemas y la mayoría pudo disfrutar de una excelente calidad de los artistas en vivo. Realmente se podía vibrar con la música y es algo que se debe felicitar, porque no todos los días se puede contar con este nivel de espectáculo en la ciudad.
LO MALO
Organización y planificación deficiente: El festival se planteó como gratuito y abierto al público. La única condición de entrada sería entregar ayuda a los damnificados en el sur del país.
Solo horas antes del inicio del festival, se conoció la verdad. El Festival había sido pensado solo para 8 mil personas por noche y la única forma de ingresar era obtener pulseras que entregaba la municipalidad, que evidentemente no alcanzarían para todos. Muchos se encontraron esperando horas en los alrededores del estadio para encontrarse con la sorpresa de que no podrían ingresar por no tener pulseras. El alcalde contribuyó poco o nada para resolver el problema, ya que para evitar críticas por esta situación no informó adecuadamente y luego la mayoría no sabía que tenía que obtener las famosas pulseras, que se agotaron el día anterior del evento. Entonces, lo obvio, la situación se desbordó. Una avalancha humana ingresó a la fuerza al estadio la primera noche de festival. Perfectamente pudo ocurrir una desgracia.
Aforo limitado y mala disposición del escenario: Muy relacionado con lo anterior. La organización no dispuso del estadio a lo largo para permitir mayor marco de público, como se hace en la mayoría de los conciertos que se desarrollan en coliseos deportivos. Así se estila en los conciertos que se realizan en el Estadio Monumental o Estadio Nacional, por ejemplo. En este caso se instaló el escenario a lo ancho del estadio, de frente al mar. Pailita lo graficó muy bien. En ciudades más pequeñas, festivales permiten recibir a más personas porque se realizan en espacios abiertos como playas, o estadios utilizados a lo largo. En una ciudad grande como Antofagasta eso no sucedió. Se utilizó el estadio de la ciudad, sin proteger el césped (que quedará inutilizable por un buen tiempo, en los conciertos normalmente se utilizan alfombras plásticas u otros dispositivos para proteger el pasto) y además disponiendo el escenario de manera horizontal, lo que redujo notoriamente el aforo. Si no era posible disponer del máximo aforo del estadio, por razones técnicas como las butacas o elementos de seguridad, hay otros sitios. Seguramente, aunque no lo reconozcan, los organizadores lamentarán esa determinación, porque es el génesis de la mayor parte de los problemas.

Falta de rock: Es un punto que puede resultar más discutible porque los gustos son diversos. Pero más allá de gustos, sin dudas el gran ausente en este festival fue el rock. Aún está en la retina de muchos antofagastinos el histórico concierto de Deep Purple en Antofagasta. También se recuerdan shows memorables, como Kc and the sunshine band o Jorge González, que en Antofagasta brindó una de sus mejores presentaciones en vivo, antes de ver deteriorada su salud. Hoy a la perla le falta rock, este género musical no fue considerado.
LO FEO
Falta de baños y guardias de seguridad: Como el evento se planificó solo para 8 mil personas, no se previó que los baños serían absolutamente insuficientes. Si fue falta de planificación o abaratar costos, tendrá que aclararlo la organización. El hecho objetivo es que satisfacer necesidades biológicas, en este festival, era muy complicado y si se lograba, era en condiciones indignas. Hasta hubo sumario sanitario de la Seremi de Salud. Lamentable especialmente para niños, personas con problemas de salud o discapacidad. Además se dispuso solo de 82 guardias, por lo que la seguridad se vio sobrepasada en todo momento. Incluso hubo denuncias de robos dentro del estadio.
Explicaciones absurdas del alcalde: Tan malo o peor que lo anterior, fueron las absurdas explicaciones del alcalde de la comuna por la falta de baños. Indicó que él personalmente había aguantado las ganas de ir al baño porque le enseñaron de niño que era mala educación pedir el baño cuando se está de visita o que daba “mala suerte” salir sin ir al baño antes. Doblemente ridículo, primero porque el estadio no le pertenece a un alcalde sino que a la comuna, por lo que nadie estaba de visita y el alcalde no es ningún dueño de casa, los vecinos de la comuna son los dueños de casa (y con sus patentes e impuestos financian el festival y el sueldo del alcalde para que haga su trabajo). Segundo, incapacidad de hacer autocrítica y asumir errores en vez de dar respuestas absurdas, si se le plantea este problema es para que lo resuelva porque eso permite mejorar las condiciones del festival, lo que a la larga beneficia a todos, no es para que se lo tome como un ataque personal. A los 47 años se espera otro nivel de madurez, más de una autoridad. Ni siquiera es necesario abundar mucho más en el tema, porque fue bastante cubierto por medios de todo el país. Una vergüenza nacional.
Trato denigrante a los artistas y prensa local: Suele pasar en muchas versiones de festivales y nuevamente se repitió. Artistas locales no fueron mencionados en spots del evento y hubo denuncias de casos en los cuales sus shows fueron apurados o directamente se les desalojó del camarín para que lo ocuparan otros artistas. Simplemente una total falta de respeto a los talentos de Antofagasta. Más si lo que se celebra es el aniversario de la ciudad. Tema aparte es lo sucedido con Flor de Rap, probablemente la artista consagrada más importante de Antofagasta, que fue bajada de la parrilla. Tras la presión ciudadana fue reincorporada, para salir a escena pasadas las 2 de la madrugada. Impresentable.
Por otro lado las condiciones para la prensa fueron las más indignas vistas en cualquier versión del festival. Es sabido que a muchos políticos no les gusta la prensa local, especialmente cuando esta los fiscaliza o informa verdades incómodas, pero sea mucho o poco el cariño de la organización por la prensa, en cualquier tipo de eventos, incluso aquellos mucho más pequeños y menos costosos, se entiende de manera transversal que se debe habilitar una zona de prensa donde los medios puedan trabajar, contando al menos con conexiones eléctricas y de internet. En esta versión hubo periodistas literalmente redactando en el pasto. Además se limitó la cobertura sin posibilidad de realizar conferencias de prensa a los artistas y se prohibió registrar más de dos canciones por artista, lo que dejó a muchas personas que no pudieron ir, sin poder visualizar el festival. Muchas personas reclamaron por la falta de transmisión. En este punto se entiende de todos modos que los costos de presentaciones de los artistas son más altos si se considera transmisión de los shows mediante medios de comunicación, pero una organización siempre puede buscar soluciones, más si hablamos de $600 millones de pesos invertidos en el evento. Se les paga con recursos de todos para tener soluciones y estas no llegaron.