Caminar normalmente y a una velocidad relativamente constante es algo que hace tres meses sólo podía imaginar. Subir escaleras, viajar en metro y retomar la vida diaria me regala una sensación indescriptible de felicidad muchas veces nunca bien ponderada.
Ya ha finalizado mi periodo de terapia con el Kinesiologo y he cumplido la labor con éxito, gracias a la ayuda de mis padres, mi abuelo, mi hermana y los profesionales de la salud que trabajan para que cada uno de sus pacientes vuelva a recuperar la movilidad en diferentes partes del cuerpo.
Recordé aquellas noches donde veía mis piernas notablemente disminuidas en masa muscular e inmovilizadas y sentía una satisfacción inconmensurable al dejar el gimnasio caminando sin ayuda y con una nueva filosofía de vida. Es cierto que en la vida existen muchos obstáculos y barreras pero con trabajo duro y constancia siempre es posible superarlos.
No voy a ocultar la verdad de que en nuestro país no existe la meritocracia, para conseguir un trabajo, una buena nota, algún contrato o incluso algunos fondos concursables es necesario tener contactos y ser amigo de los que “cortan el queque” pero en las cosas que realmente son importantes en la vida como caminar no hay “amiguismo” que pueda interceder, en ese momento tu fuerza de voluntad, paciencia, carácter y constancia es clave, ahí es cuando nos damos cuenta de que tan fuertes somos y cuanto valemos.
Es momento de sacar conclusiones y aprovechar las segundas oportunidades, agradecer que es posible retomar una vida normal, fomentar el autocuidado y nunca olvidar que aunque ahora no cueste, caminar siempre es difícil pero aunque en algunas ocasiones cueste, nunca hay que perder la fe.