
Algo más que diversión, huellas sobre restos arqueológicos y basura en el desierto, es lo que deja anualmente para Chile la llegada del Rally Dakar.
También ha convertido a a capital de la Región de Antofagasta, literalmente, en un retrete. Así quedó de manifiesto en la versión 2012 de la competencia, cuando el español Marc Coma, se viera obligado a realizar una parada obligatoria, que por cierto, no fue para solucionar algún desperfecto mecánico de su moto, sino que para evacuar su vejiga y orinar a pocos metros del acceso a la Población Coviefi.
Un acto completamente comprensible desde el punto de vista humano, pero que también simboliza lo que para algunos significa Antofagasta. Una ciudad que lejos de ser la Dubai chilena con un ingreso per cápita asimilable a Londres, en realidad ha sido convertida y tratada como de una ciudad de paso, donde hacer dinero, divertirse y luego retirarse, no sin antes vaciar sus vejigas sobre el patrimonio, con auspicio del gobierno de turno.
Sucede de este modo con la carrera en cuestión, pero también a una escala mucho más grande con las diferentes inversiones extranjeras presentes en la zona. Todo, mientras los ciudadanos de la Dubai latinoamericana ni siquiera pueden acceder en forma rápida y oportuna a atención de salud cuando lo necesitan.